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Se va el Seguro Popular y entra en vigencia el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), quien a partir 1° de enero del 2020, entrará en funciones, el cual dará atención a los mexicanos que no cuenten con un seguro social, recibirán medicamentos y consultas médicas de manera totalmente gratuita y sin restricciones, esto debido a que ya no necesitaran afiliarse ni pagar cuotas anuales.

A través de un comunicado, la Secretaría de Salud dio a conocer que en las acciones para modernizar y mejorar el sistema de salud pública del Gobierno actual de México, está la creación del INSABI, con el cual la población podrá acceder a medicamentos y atención médica de forma totalmente gratuita. Y para hacer uso de este servicio público solo se deberá de presentar la credencial del INE, la Clave Única de Registro de Población (CURP) o el acta de nacimiento.

«(Los ciudadanos) Ya no necesitarán acudir a un módulo, afiliarse y recibir una póliza; tampoco tendrán que pagar cuotas anuales para ser atendidos en las unidades médicas como ocurría anteriormente», destacó el comunicado.

Para recibir este servicio de salud gratuito solo debes de reunir 3 requisitos, esto según el artículo 77 bis 7 de la Ley General de Salud:

* Encontrarse en territorio nacional.

* Segundo, no ser derechohabiente en IMSS o Issste

* Presentar la CURP, esta se encuentra en la credencial del INE o, en su caso, llevar acta o certificado de nacimiento.

El Insabi dará atención al 55 por ciento de la población sin seguridad social, es decir a 69 millones de mexicanos, tratamientos gratuitos y atención de calidad, para dar servicio a la población, se basificarán a 87 mil trabajadores en los institutos, hospitales, clínicas de alta especialización, así como con el despliegue de 23 mil profesionales en zonas rurales e indígenas a través del programa Médicos del Bienestar.

Cabe recordar que el Senado aprobó las reformas a la Ley General de Salud y la Ley de los Institutos Nacionales de Salud, y se declaró la desaparición de el Seguro Popular y se creó el Instituto de Salud para el Bienestar, el cual tendrá un presupuesto 40 mil millones de pesos.

(Sin Línea.mx)

El presidente Andrés Manuel López Obrador dio un mensaje en víspera de Año Nuevo en el que resaltó algunas acciones de su Gobierno en 2019, y también las asignaturas que quedaron pendientes.

"Nos quisieron quitar hasta el derecho a la esperanza y no pudieron. Ahora, los sueños de justicia y libertad empiezan a convertirse en realidad. ¡Sigamos adelante! ¡Feliz año nuevo!", tuiteó este miércoles el mandatario.

En un video publicado en su cuenta de Twitter, López Obrador mencionó que durante su administración se ha avanzado en temas como el fin de la corrupción, en especial 'la de arriba', estabilidad en la economía, y destacó que aún hay asignaturas pendientes.

"Puedo asegurar que sea acabó con la corrupción sobre todo arriba; no hay impunidad; la economía se mantuvo estable; se fortaleció el peso; aumentaron los salarios mínimos y hay bienestar y desarrollo en nuestro pueblo.

"Tenemos problemas pendientes como la inseguridad y violencia, pero tengo confianza en que vamos a serenar a nuestro país porque se están atendiendo las causas que originaron la violencia en el país", apuntó López Obrador desde Palenque, Chiapas.

El mandatario refirió que este año se distribuyó con justicia la riqueza y envío un abrazo afectuoso a los mexicanos.

"Tenemos que unirnos todos los mexicanos y les deseo felicidades para el 2020", finalizó.

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(El Financiero)

El Papa Francisco recordó a los oprimidos del mundo que Jesús es la liberación para su sufrimiento: “Jesús es la bendición para cuantos están oprimidos por el yugo de la esclavitud moral y material. Él libera con el amor”, dijo durante el rezo del Ángelus este miércoles 1 de enero en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

“A quien ha perdido la estima de sí permaneciendo prisionero de actitudes viciosas, Jesús le dice: el Padre te ama, no te abandona, espera con paciencia incontrolable tu regreso”.

Asimismo, “a quien es víctima de injusticias y explotación y no ve camino de salida, Jesús abre la puerta de la fraternidad, donde encontrar rostros, corazones y manos acogedoras, donde compartir las amarguras y la desesperación y recuperar un poco de dignidad”.

Además, “a quien está gravemente enfermo y se siente abandonado y desanimado, Jesús se hace cercano, toca las heridas con ternura, vierte óleo de consuelo y transforma la debilidad en fuerza de bien para desatar los nudos más enredados”.

“A quien está encarcelado y está tentado a cerrarse en sí mismo, Jesús reabre un horizonte de esperanza, a partir de un pequeño resquicio de luz”.

El Santo Padre destacó que “ayer por la noche concluimos el año 2019 dando gracias a Dios por el don del tiempo y por todos sus beneficios. Hoy iniciamos el 2020 con la misma actitud de agradecimiento y de alabanza”.

En su reflexión, destacó el “milagro” de un año nuevo, algo que “no se puede dar por descontado y, de hecho, siempre es un milagro del que sorprenderse y sentirse agradecidos”.

Por ello, señaló lo apropiado de que la Liturgia celebre en el primer día del año a Santa María Madre de Dios: “La Virgen de Nazareth, que dio a luz a Jesús, el Salvador. Aquel Niño es la Bendición de Dios para todo hombre y mujer, para la gran familia humana y para el mundo entero”.

“Jesús no ha eliminado el mal del mundo, pero lo ha derrotado en su raíz. Su salvación no es mágica, sino paciente, lo cual comporta la paciencia del amor que se hace cargo de la iniquidad y le arrebata el poder”.

Por ello, “contemplando el Pesebre vemos, con los ojos de la fe, el mundo renovado, liberado del dominio del mal y puesto bajo el señorío real de Cristo, el Niño que yace en pañales”.

Afirmó que “hoy, la Madre de Dios nos bendice mostrándonos al Hijo. Lo toma en brazos y lo muestra, y así nos bendice. Bendice a toda la Iglesia, bendice a todo el mundo”.

Ese es el motivo por el que “el Santo Papa Pablo VI quiso dedicar el primer día del año a la paz: a la oración, a la toma de conciencia y de responsabilidad hacia la paz. Para el año 2020, el Mensaje es este: la paz es un mensaje de esperanza, un camino en el que se avanza por medio del diálogo, la reconciliación y la conversión ecológica”.

Finalmente, el Papa invitó a fijar la mirada “sobre la Madre y sobre el Hijo que ella nos muestra. Al inicio del año, dejémonos bendecir. Dejémonos bendecir por la Virgen con su Hijo”.

(Aciprensa)

El Papa Francisco rechazó la violencia de la que son víctimas muchas mujeres en el mundo y advirtió que “toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer”.

En la homilía de la Misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, celebrada este primer día del año 2020 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, lamentó que las mujeres “son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre”.

En ese sentido, subrayó que “el renacer de la humanidad comenzó con la mujer. Las mujeres son fuente de vida” e insistió en que “toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer: de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad”.

Además, rechazó toda mercantilización de la mujer en las sociedades de hoy: “Cuántas veces el cuerpo de la mujer se sacrifica en los altares profanos de la publicidad, del lucro, de la pornografía, explotado como un terreno para utilizar. Debe ser liberado del consumismo, debe ser respetado y honrado. Es la carne más noble del mundo, pues concibió y dio a luz al Amor que nos ha salvado. Hoy, la maternidad también es humillada, porque el único crecimiento que interesa es el económico”.

En su homilía, el Papa Francisco afirmó que, para lograr la paz, la dignidad de la mujer debe ser respetada. “Si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz y no un patio de batalla, que nos importe la dignidad de toda mujer”.

“De una mujer nació el Príncipe de la paz. La mujer es donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad”.

El Papa insistió en que “la mujer manifiesta que el significado de la vida no es continuar a producir cosas, sino tomar en serio las que ya están. Sólo quien mira con el corazón ven bien, porque saben ‘ver en profundidad’ a la persona más allá de sus errores, al hermano más allá de sus fragilidades, la esperanza en medio de las dificultades, a Dios en todo”.

“Al comenzar el nuevo año, preguntémonos: ¿Sé mirar a las personas con el corazón? ¿Me importa la gente con la que vivo? Y, sobre todo, ¿tengo al Señor en el centro de mi corazón? Sólo si la vida es importante para nosotros sabremos cómo cuidarla y superar la indiferencia que nos envuelve. Pidamos esta gracia: vivir el año con el deseo de tomar en serio a los demás, de cuidar a los demás”.

Por último, el Santo Padre recordó que “María será la Madre de Dios para siempre. Ella es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer. Allí Dios se unió con nosotros y, si queremos unirnos con Él, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre”.

“Jesús, recién nacido, se reflejó en los ojos de una mujer, en el rostro de su madre. De ella recibió las primeras caricias, con ella intercambió las primeras sonrisas. Con ella inauguró la revolución de la ternura”, resaltó el Papa Francisco.

(Aciprensa)

El Papa Francisco presidió este miércoles 1 de enero de 2020 en la Basílica de San Pedro del Vaticano la Misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, en la octava de Navidad en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz, que este año se desarrolla bajo el tema “La Paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”.

En su homilía, el Pontífice destacó la importancia de María, como Madre de Dios, en la historia de la Salvación.

“En Dios estará para siempre nuestra humanidad y María será la Madre de Dios para siempre. Ella es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer. Allí Dios se unió con nosotros y, si queremos unirnos con Él, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Ga 4,4). Nacido de mujer: así es cómo vino Jesús. No apareció en el mundo como adulto, sino como nos ha dicho el Evangelio, fue «concebido» en el vientre (Lc 2,21): allí hizo suya nuestra humanidad, día tras día, mes tras mes.

En el vientre de una mujer, Dios y la humanidad se unieron para no separarse nunca más. También ahora, en el cielo, Jesús vive en la carne que tomó en el vientre de su madre. En Dios está nuestra carne humana.

El primer día del año celebramos estos desposorios entre Dios y el hombre, inaugurados en el vientre de una mujer. En Dios estará para siempre nuestra humanidad y María será la Madre de Dios para siempre. Ella es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer.

Allí Dios se unió con nosotros y, si queremos unirnos con Él, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre. Por ello, comenzamos el año bajo el signo de Nuestra Señora, la mujer que tejió la humanidad de Dios. Si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo, debemos partir de nuevo de la mujer.

Nacido de mujer. El renacer de la humanidad comenzó con la mujer. Las mujeres son fuente de vida. Sin embargo, son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre. Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer: de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad.

Cuántas veces el cuerpo de la mujer se sacrifica en los altares profanos de la publicidad, del lucro, de la pornografía, explotado como un terreno para utilizar. Debe ser liberado del consumismo, debe ser respetado y honrado. Es la carne más noble del mundo, pues concibió y dio a luz al Amor que nos ha salvado. Hoy, la maternidad también es humillada, porque el único crecimiento que interesa es el económico.

Hay madres que se arriesgan a emprender viajes penosos para tratar desesperadamente de dar un futuro mejor al fruto de sus entrañas, y que son consideradas como números que sobrexceden el cupo por personas que tienen el estómago lleno, pero de cosas, y el corazón vacío de amor.

Nacido de mujer. Según la narración bíblica, la mujer aparece en el ápice de la creación, como resumen de todo lo creado. De hecho, ella contiene en sí el fin de la creación misma: la generación y protección de la vida, la comunión con todo, el ocuparse de todo. Es lo que hace la Virgen en el Evangelio hoy. «María, por su parte ―dice el texto―, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (v. 19).

Conservaba todo: la alegría por el nacimiento de Jesús y la tristeza por la hospitalidad negada en Belén; el amor de José y el asombro de los pastores; las promesas y las incertidumbres del futuro. Todo lo tomaba en serio y todo lo ponía en su lugar en su corazón, incluso la adversidad. Porque en su corazón arreglaba cada cosa con amor y confiaba todo a Dios.

En el Evangelio encontramos por segunda vez esta acción de María: al final de la vida oculta de Jesús se dice, en efecto, que «su madre conservaba todo esto en su corazón» (v. 51). Esta repetición nos hace comprender que conservar en el corazón no es un buen gesto que la Virgen hizo de vez en cuando, sino un hábito.

Es propio de la mujer tomarse la vida en serio. La mujer manifiesta que el significado de la vida no es continuar a producir cosas, sino tomar en serio las que ya están. Sólo quien mira con el corazón ven bien, porque saben “ver en profundidad” a la persona más allá de sus errores, al hermano más allá de sus fragilidades, la esperanza en medio de las dificultades, a Dios en todo.

Al comenzar el nuevo año, preguntémonos: “¿Sé mirar a las personas con el corazón? ¿Me importa la gente con la que vivo? Y, sobre todo, ¿tengo al Señor en el centro de mi corazón?”. Sólo si la vida es importante para nosotros sabremos cómo cuidarla y superar la indiferencia que nos envuelve. Pidamos esta gracia: vivir el año con el deseo de tomar en serio a los demás, de cuidar a los demás.

Y si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz y no un patio de batalla, que nos importe la dignidad de toda mujer. De una mujer nació el Príncipe de la paz. La mujer es donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad entera.

Nacido de mujer. Jesús, recién nacido, se reflejó en los ojos de una mujer, en el rostro de su madre. De ella recibió las primeras caricias, con ella intercambió las primeras sonrisas. Con ella inauguró la revolución de la ternura. La Iglesia, mirando al niño Jesús, está llamada a continuarla. De hecho, al igual que María, también ella es mujer y madre, y en la Virgen encuentra sus rasgos distintivos. La ve inmaculada, y se siente llamada a decir “no” al pecado y a la mundanidad. La ve fecunda y se siente llamada a anunciar al Señor, a generarlo en las vidas. La ve, madre, y se siente llamada a acoger a cada hombre como a un hijo.

Acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro y su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos. Pero no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, programas, tendencias, de las ideologías, de la funcionalidad: percibiremos algo de ella, pero no su corazón. Porque la Iglesia tiene el corazón de una madre.

Y nosotros, hijos, invocamos hoy a la Madre de Dios, que nos reúne como pueblo creyente. Oh Madre, genera en nosotros la esperanza, tráenos la unidad. Mujer de la salvación, te confiamos este año, custódialo en tu corazón. Te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!

(Aciprensa)

El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Mons. Rogelio Cabrera, alentó a que el 2020 sea un año de Dios.

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“Quiero desearte un feliz año nuevo, que el año 2020 sea un ano de bendición, de gratitud y de esperanza”, dijo el también Arzobispo de Monterrey en su saludo por año nuevo.

“Hay que agradecer a Dios el don de la vida, hay que estar siempre cerca de Él. Es importante bendecirlo, alabarlo, pero también es un tiempo de esperanza”, señaló el Prelado en un video publicado en la cuenta de Twitter de la Arquidiócesis de Monterrey.

“Todos los católicos nos perfilamos a mirar el año 2031 por los 500 años de las apariciones (de la Virgen de Guadalupe en México), y 2033, segundo milenio de nuestra redención”.

“Quiero animar a la comunidad católica a que vivamos plenamente la Eucaristía, que tengas un ano 2020 mejor, que seas feliz en el nombre de Dios. 2020 año de Dios”, concluyó el presidente de la CEM.

(Aciprensa)

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